domingo, 19 de junio de 2011

Dar y recibir parece ser como un ir y venir constante en nuestras vidas.

Damos, ofrecemos, entregamos, y esperamos siempre recibir algo a cambio. No importa el valor de lo recibido, ni material o espiritual, pero en el fondo de nuestro corazón en la misma acción de dar se encierra el deseo o la esperanza de recibir.

Estamos en el mundo del comercio, del trueque o del intercambio. Quizás damos, pero confiamos en que algo recibiremos a cambio.
En el evangelio de San Mateo o en los otros sinópticos hallamos la invitación a dar gratuitamente, porque aunque nos cueste reconocerlo todo cuanto tenemos lo hemos recibido también gratuitamente.

Quien intenta hacer real la actitud de dar gratuitamente sabe por la experiencia de cada día que no es fácil ser constantemente generoso, siempre dispuesto a dar, a entregarse, sin esperar nada a cambio.

Claro que esa actitud de no esperar nada a cambio de cuanto se da, no está reñida con el goce que produce reconocer cuanto se recibe de los demás. Saber dar gracias por cuanto los demás me ofrecen es también una gracia que el Señor nos concede cada día y que es como el punto de partida de una experiencia de felicidad.
Texto: Hna. Carmen Solé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario