jueves, 2 de diciembre de 2010

SERENIDAD...

En la serenidad existe la humildad absoluta y como no existe la necesidad de compararse, ni de sobresalir, ni de competir, entonces ya podemos compartirlo todo y sabemos que todo no son nuestros conocimientos y aptitudes, sino que lo que compartimos es la vida. En la serenidad fluye la vida y la vida fluye siempre silenciosamente. La vida es aquello que no hace ruido; la muerte y la violencia siempre son ruidosas. La paz no es un ruido contra la violencia; la paz es un silencio interior que se nutre de la vida.

Así que en la serenidad se conquista la verdadera paz, no externa, no de la calma aparente, exterior; si no la verdadera paz interna, que es de donde puede fluir el verdadero río de la vida.

La mejor manera para descubrir en vivo la serenidad es ver en vivo un moribundo. Las personas combaten contra la muerte y se aferran a la vida, pero llega un momento en que no hay lucha, hay un momento en que hay un retirarse, un silencio interior. Hay un momento en que ya la mirada refleja una alegría profunda; en los ojos de muchos moribundos hay una paz y una alegría intensa y en ellos se puede observar mucha paz. Ese momento ya no es solo un momento de conciencia, es un momento de contacto espiritual; es decir, son momentos en los que no se produce tanto una calma hacia el exterior sino una profunda paz hacia el interior.

Esa paz se puede conseguir en la plaza de mercado, en tu casa, trabajo o en el Tíbet, la India, Londres y también en medio de la guerra; no importa donde uno esté. Pero esa paz es posible siempre, porque depende de nuestro ser que es inmutable, porque no depende de ninguna condición externa.

Cuando estés buscando la paz, busca la serenidad y la soledad: cuando sepas ser tu propia compañía vas a ver que en el camino de la propia compañía está el camino del ser, que en ese estado de serenidad que te produce el contacto con tu ser, existe un estado de conexión espiritual. Ese es un samadhi. Nosotros creemos que el samadhi es el arte de cerrar los ojos y repetir mantras, no es así. El samadhi es el arte de comulgar con la vida serenamente desde nuestro corazón; desde lo más profundo y sagrado de nuestro ser.

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