Viajando ligeros...
Volvamos mentalmente a lo primero que hemos hecho esta mañana ¿describiríamos el modo en que nos hemos despertado como un hecho hermoso o como una heroicidad? ¿Fué pacífico o estábamos hechos trizas? ¿Nos levantamos jubilosos o “pesarosos”? ¿Frescos o cansados? ¿Nos parece que el esfuerzo de levantarnos nos deja agotados para el resto del día?
¿Cómo saludamos al nuevo día? ¿Somos esa clase de persona que se despierta por la mañana y dice: "Buenos días, Dios" o maldice: ¡¡¡Santo Dios, qué día!!!
¿Cómo nos preparamos para cada nuevo día?
Tratemos de recordar decisiones concretas tomadas durante la primera hora de hoy. Nuestra primera decisión puede haber sido apagar el despertador, ¿y luego? ¿Un café rápido, quizás? A la ducha. Un cigarrillo. La búsqueda de los calcetines. Arreglarse. Desayuno a toda prisa. Oír las noticias. Buscar la cartera. Encontrar las llaves. Sacar al perro. Una carrerita rápida.
La mayor parte de las decisiones matutinas se refieren a la ducha, el arreglo personal, la ropa, la comida, el tiempo y el transporte. Son decisiones de hacer, no de ser. Pero a mí no me interesa la lista de cosas que hacer, sino la de cosas que ser. En otras palabras, ¿tomamos alguna decisión acerca de lo que nos gustaría ser hoy? Por decirlo de otra manera, ¿qué clase de día hemos decidido tener?
La primera hora después de levantarnos es como el timón de un barco, en el sentido que sirve para dirigir el curso del resto del día. Más concretamente, es durante ese tiempo cuando nos hacemos a la idea de la clase de día que vamos a tener. En otras palabras, establecemos nuestras intenciones para el día, consciente e inconscientemente. Así pues, pensemos en lo primero que hicimos esta mañana y preguntémonos cómo hemos decidido pasar el día.
¡La decisión es poder!
La decisión, por encima de todas las circunstancias, es la clave para la felicidad ahora. Sepamos pues que nuestra decisión cuenta. Podemos decidir qué clase de día vamos a tener. En realidad ya lo hemos hecho. Nada, nada puede pasar sin nuestra decisión:
La felicidad no puede ocurrir sin nuestra decisión de ser felices.
El amor no puede crecer sin nuestra decisión de ser amantes.
La paz no puede florecer sin nuestra decisión de ser pacíficos.
La libertad no puede surgir sin nuestra decisión de ser libres.
Los milagros no pueden aparecer sin nuestra decisión de ser abiertos.
La dicha no puede existir sin nuestra decisión de no ser culpables.
El cielo no puede aportar sus frutos sin nuestra decisión de recibir.
Todo depende de nuestra decisión, incluidos el dolor, el miedo, el sufrimiento y la muerte. Nuestra mente es como un televisor con cien canales diferentes, y somos nosotros los que decidimos qué canal queremos poner.
Podemos escoger, el canal Víctima o el canal Libertad, el canal Resentimiento o el canal Perdón, el canal Culpa o el canal Felicidad; el canal Repetición de Ayer o el canal Ahora, el canal Ego o el canal Espíritu. Podemos poner el programa que queramos ver.
La intención es nuestro mando a distancia.
Del libro "Las claves de la Felicidad"
Robert Holden
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